domingo, 15 de marzo de 2009

esto es del año pasado, que había vuelto de la sicóloga y me puse escribir lo que pasó en su consultorio lleno de GLADE .



Llegaste. La saludaste. Dijiste un hola que más que un hola parecía un chau hasta nunca. Tenías cara de orto, una gran cara de orto, de esas que no se disimulan con nada, te sentaste sin decirle permiso me siento, lo hiciste sin desabrocharte la campera y sin dejar tu bolso a un costado. Encorvada. Como esos perros que tienen la boca para abajo. ¡Amargos! Como una vieja chota pero con 21 años. Te preguntó como estabas y te largaste a llorar. Con la campera sin desabrochar y con el bolso puesto. Llorás. Miras un punto fijo cuando llorás, como hoy, que miraste una estufa que estaba prendida mientras llorabas. Te fruncís entera cuando lloras, dejas caer tus parpados, te dejas caer toda cuando lloras. Te salen las lágrimas sin parar y le agregas unos quejidos. Unos grititos. Las lágrimas hacen su ruido. Hacen su río. Ella te espera que termines de llorar, porque quiere que le cuentes como estas. No te ofrece carilina, creo que yo había visto una caja de elite cuando llegué, se ve que la vi a propósito sabiendo que iba a llorar. Ella espera que te salgan palabras. La charla tiene que empezar no? Ella no te dice nada, hace tu duelo con vos, hace tu tristeza con vos. Te regala un silencio que te tranquiliza, silencio-luz-verde se llama su silencio, porque te dice largá todo, después vemos como levantamos del piso lo que largaste. Vos con tu llanto le decís en silencio, ¿no me ves? cómo queres que este, así estoy, no me ves? Hablarte no puedo hablar. Bancame que lloro un poco más y arranco con lo que te estaba por decir. Cuando te calmás, ya tu cara está toda roja, los ojos hinchados, las ojeras más violetas que nunca, parece que tuvieras varicela en la cara. Es increíble, sos de esas que no van a poder disimular nunca que lloraron. Cuando te calmas empezas a hablar por fin, a vomitarle todo lo que sentís, todo lo que te gustaría que cambie en tu vida, todo lo que quisieras fumigar y no encontrás el veneno para hacerlo, todo lo que no tenes y querés tener, repudias la guerra que te habita y pedís subirte a una calesita y disfrutar la vuelta, pedís paz, paz pedís. ¿Quién la hace? ¿Quién la amasa? ¿Dónde la compro? Hablo un rato, ella me escucha, después no me aguanto y lloro de nuevo, ni se me ocurre pedirle perdón, antes sí, antes le hubiera dicho, ay perdón perdón por llorar. ¿Perdón por llorar? Tonta, se pide perdón por miles de cosas, por llorar no. Me seco los mocos con mi sweater negro, se me nota mucho en mi sweater negro el moco, pero lo hago igual, ya no me importa si me mancho la ropa con mis mocos. Dejás de llorar y le explicas todo muy rápido porque se acaba la sesión, que la mía no me quiere, que me peleo, que no se que le pasa, en realidad sí sé pero no soporto eso que le pasa, que no me aguanta, que yo no la aguanto, que la quiero pero la odio con todo mi ser, que quiero que esté bien pero que se mate, que qué hago, a donde me voy, me voy a algún lado? todo muy rápido, ella ataja mi vómito como puede, rápido le hablo y lo rápido es porque se acaba el tiempo y después tengo que esperar hasta la próxima semana, hasta el próximo martes a las 13.15 para mojar su consultorio perfumado con mi vómito con olor a semana acumulada. Te sentís sola me dice. Ni uno ni otro te da bola. ¿Huérfana teniendo a los dos vivos? ¿Cómo es eso? Le suena el celular. Sí, ya bajo, ya bajo, chau. Corta. Bueno, tenemos que dejar acá, la próxima vez tenes que venir más temprano. Te tengo que ver una vez más esta semana, pero no es seguro todavía. ¿Estoy depresiva? le pregunto, ella me dice, ¿te asustaste porque te dije de verte otra vez esta semana? Yo le dije riéndome con la cara llorada, sí, la verdad que sí. Me dijo no, solamente estas un poco angustiada, te vería otra vez porque necesitas seguir hablando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que cosa las sesiones de terapia no?
uno llega tarde siempre el dia que mas necesita hablar
llega temprano cuando no tiene nada para decir
nunca alcanza el tiempo
siempre se corta cuando estabamos por decirlo todo y descubrir la canilla de agua tibia
en fin
gracias jenny por compartir la angustia mujer!
que sirva que sirva!